El verticalismo del modelo comunicacional cubano obedece a una necesidad histórica con una justificación razonable en 1959, pero no en la segunda década del siglo XXI. A la centralización de antaño se anteponen los emergentes transformativos actuales de la sociedad cubana: descentralización y autonomía, desafíos que incluyen, particularmente, a la comunicación de masas. Por tanto, la transformación de las prácticas editoriales de los periódicos cubanos en lo referente a la construcción de la agenda mediática —una de las fases del trabajo periodístico en que más se evidencian la reproducción de modelos hegemónicos de la comunicación—, sustentada en el paradigma latinoamericano de la comunicación participativa, potenciará el involucramiento del público, así como su cooperación y participación en la resolución de los conflictos de vida que afectan a la la comunidades cubanas. Dicha hipótesis se formula en base al trabajo de campo, para el que se eligió el periódico Vanguardia, de la provincia de Villa Clara.