Desde hace cientos de años el hombre ha venido sintiendo la necesidad de mejorar sus instrumentos y condiciones de trabajo, con el fin de poder desarrollar con mayor facilidad sus tareas cotidianas. Un ejemplo lo constituyen las diferentes labores agrícolas que tiene que realizar a diario para satisfacer sus necesidades de alimentación. El propio progreso del individuo en interacción con la naturaleza impulsó la confección de diferentes máquinas, capaces de incrementar incalculablemente su productividad y rendimiento. En un principio estas máquinas o instrumentos eran muy rústicos y a pesar de que mejoraban en cierta medida la realización de estas labores, aún requerían de grandes esfuerzos para su utilización. De tal manera fue necesario el surgimiento de máquinas mucho más eficientes y sofisticadas para el desarrollo de las diferentes labores agrícolas y un grupo importante de estas, lo representan las destinadas a la siembra de las semillas biológicas o gámicas de los diferentes cultivos; a las que se conocen en la actualidad como sembradoras En sus inicios las sembradoras eran muy precarias y se empleaban caballos para arrastrarlas. Hoy poseen la potencia de un tractor y cuentan con diferentes mecanismos en los órganos sembradores que facilitan la distribución de los granos sobre el suelo; las mismas abren los surcos para depositarlos y luego los tapadores cubren toda el área donde se depositó la semilla. A partir de lo planteado anteriormente la presente investigación centra su atención en el estudio de las sembradoras de granos convencionales