Es indiscutible que han cambiado las formas de hacer casi todas, sino todas las actividades humanas, desde las más complejas y difíciles hasta las más sencillas y simples: comprar, cocinar, comunicarnos, hacer fotos, informarnos. No hay dudas tampoco de que ha cambiado la ciencia y sus aplicaciones: la medicina, la mecánica, las comunicaciones, los electrodomésticos, los autos, la robótica. Hay un cambio radical en casi todos los aspectos de la vida, al que los entendidos llaman disrupción). El Derecho, sin embargo, aunque no ha permanecido completamente estático, continúa siendo esencialmente el mismo.

Hay una cultura forense refractaria a todo lo nuevo que necesita ser superada por otra de innovación constante, pues la innovación es un elemento definitorio para el desarrollo. En el caso de nuestro país, la proclamación y entrada en vigor de una nueva Constitución crea el marco jurídico institucional idóneo para que se produzcan determinados cambios en prácticamente todos los sectores de la sociedad, y dentro de ellos, en el ámbito del Derecho, y dentro de este en particular, en cuanto al ejercicio de la abogacía. Los cambios previsibles, naturalmente, no son en principio fáciles de reconocer, ni de asumir como necesarios, y mucho menos está exenta de dificultades su implementación: constituyen auténticos desafíos para la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, sus directivos y membrecía.