Se explora, desde una mirada sociológica, cómo los PPI en comunidades rurales y de manera puntual en Bijahual, Manabí, Ecuador, tienden a reproducir y reforzar relaciones asimétricas de género, aunque los documentos, normas y marco lógicos del mismo indican lo contrario, en la práctica las mujeres de esta organización sufren por parte de familiares y pareja violencia psicoemocional, física y sexuales. Esta investigación se centra en las mujeres de la ATAPY San Vicente, analizando cómo estas iniciativas de OG y ONGs nacionales e internacionales, aunque buscan promover su desarrollo y autonomía, consolidan desigualdades en sus roles dentro de la comunidad y en entorno familiar. Mediante entrevistas, historias de vida y análisis de casos, se evidencian las contradicciones que enfrentan las mujeres, quienes, desde sus posiciones, enfrentan mecanismos que limitan su empoderamiento real. El trabajo proporciona una visión profunda de las dinámicas sociales que subyacen a estos proyectos, resaltando que las intervenciones internacionales, que desconocen la idiosincrasia de las comunidades que pretenden ayudar con ideas preconcebidas de miles de kilómetros, en lugar de superar prejuicios, muchas veces los mantienen o los fortalecen. Además, plantea que las estructuras patriarcales y culturales todavía influyen en los resultados de estas iniciativas, lo que hace necesario repensar los enfoques desde una perspectiva de género que priorice la emancipación y la autonomía de las mujeres rurales. La contribución principal reside en ofrecer un análisis crítico que conecta las dimensiones económicas con lo social y cultural, aportando a la discusión sobre desarrollo rural, género y política internacional.