Una ciudad restaurativa es aquella donde las instituciones, servicios, políticas y programas están diseñados para fomentar prácticas de restauración mediante la inclusión activa de la comunidad. Por ello, este modelo prioriza la justicia reparativa sobre la punitiva, integrando a la ciudadanía en la toma de decisiones y la resolución de conflictos y transformando los espacios urbanos en entornos donde la justicia restaurativa sea el eje de la convivencia. El objetivo de este trabajo es analizar como la integración de prácticas restaurativas en la gestión pública y comunitaria puede facilitar la articulación entre el sistema de justicia y las iniciativas comunitarias (cumplimiento y control de las sanciones comunitarias), para promover la responsabilidad social y la justicia reparadora. La metodología utilizada es mixta aplicada a través de encuestas para medir la percepción ciudadana sobre justicia restaurativa, entrevistas a autoridades y actores sociales, explorando desafíos y oportunidades y grupos focales con víctimas, infractores y líderes locales. Los principales resultados apuntan a un aumento en la confianza hacia las instituciones al priorizar soluciones colaborativas, la reducción de la reincidencia mediante medidas restaurativas frente a castigos tradicionales y la consolidación de redes comunitarias que prevengan la violencia desde un enfoque proactivo. Una ciudad restaurativa exige integrar instituciones, servicios y políticas públicas que fomenten la reparación y la inclusión. Es fundamental que el sistema judicial y las comunidades trabajen en conjunto, donde medidas como las sanciones comunitarias demuestran que la justicia puede ser reconstructiva antes que punitiva. Solo así se lograrán ciudades más justas, cohesionadas y resilientes.