El patrimonio es un tema que ha sido ampliamente investigado y muchos de sus estudios abordan la evolución desde el reconocimiento de sitios o monumentos aislados hasta conjuntos y de lo material a lo inmaterial. Es representante del testimonio de la evolución de las sociedades, de la identidad de los pueblos, los grupos y las comunidades. Por tanto, el patrimonio constituye un elemento aglutinador de los grupos, en tanto resume los elementos simbólicos que lo definen y representan, permite identificarlos al diferenciarlos de otros y se constituye en norma, de ahí su capacidad intrínseca de educación continua. La educación patrimonial se presenta como una herramienta oportuna en las nuevas estrategias de difusión del patrimonio, es por ello que en los últimos años del siglo XX la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) se ha preocupado por salirse del marco de políticas generales sobre el patrimonio para desplazarse al contexto educativo desde la infancia hasta la juventud. A partir de la Declaración de Granada en Nicaragua se comenzó un fuerte movimiento en el contexto educacional para generar proyectos en América Latina y el Caribe sobre la educación para el patrimonio mundial en manos de los jóvenes con el objetivo de acercar el legado patrimonial a la sociedad, que ésta lo asuma como suyo y que interactúe de manera racional y sostenible. Aunque teóricamente parece estar, falta mucho camino por recorrer para su presencia efectiva y utilización didáctica en las aulas.