La recomposición y consolidación de la hegemonía empresarial sobre el trabajo han dado lugar a un nuevo orden laboral. La exclusión sistemática de los trabajadores, la fragmentación y la precarización se han enmascarado bajo la llamada doctrina del management participativo. Este es el discurso que funciona hoy en el mundo empresarial, a cuya legitimación tributa la ciencia desde diversos postulados. En este escenario se inserta la empresa estatal socialista cubana, bajo la premisa de considerarla, no solo como célula económico-productiva o de servicios en la cual se atienden y tratan los elementos técnicos y lo social es secundario y viene a calzar los objetivos económicos. La necesidad de incorporar novedosos enfoques que eleven la competitividad de la empresa cubana, tanto nacional como internacionalmente, no puede traducirse en una extrapolación acrítica de “nuevas teorías” que responden a criterios netamente capitalistas del mundo empresarial. Más allá del reduccionismo economicista, la empresa cubana debe sustentarse en el principio de socializar a individuos y grupos en relaciones sociales no enajenantes, tanto dentro como fuera de ella. La cualidad socialista de la empresa, el tipo de relación social que en ella se produce y reproduce y los asideros estructurales que sirven de soporte a dicha cualidad, tienen que estar en el centro del debate. Es en este sentido que constituye un imperativo el acercamiento a dos procesos fundamentales para nuestro proyecto social y su sostenibilidad: el trabajo y la cooperación, a cuyo análisis teórico-práctico se orienta el objetivo de esta ponencia.